Darle vida a esa imagen retomándola de su lugar de origen, la tierra, volvemos a

ser lo que hemos sido nada mas que eso, imagen. Una imagen hecha de barro que
la vida ha gastado.

Sin nombre careceríamos de origen y de un postulado mortuorio que trascienda la
memoria. El presente crea un interrogante en el tiempo, en el origen de la
imagen que insistimos reconstruir para facilitar necesidades básicas de
sobrevivencia.

Norah Hernández alude no solo al paso del tiempo, sus interrogantes, a los
trasuntos de la memoria, aluden a la imagen invisible. El concepto de
presencia/ausencia ha atraído esta transformadora del barro ha repensar su modo
de observar la vida, el desenvolvimiento de esta a través de los años y a
materializar aquellas pausas intangibles que trascienden lo visible.

Una veintena de cabezas sin cuerpo han retomado su taller estos últimos años.
Como dormidas algunas y espectadoras otras se desvelan en un presente ahogante
de imágenes transitorias. La artista/creadora presente no solo en su habilidad
innata de confeccionar estos rostros imaginarios nacidos de la tierra; elabora
los mismos como una metáfora épica de nuestro origen universal. Norah ensaya
con su espacio uno delimitado como metafísico inspirado en los procesos que son
difíciles de interpretar como lo es el proceso de la muerte.

Norah comenzó a desarrollar su obra formalmente en la ciudad de San Francisco,
donde estudió por casi una década con la artista Elaine Bagdley Arnoux y la
ceramista Debora Hoch. Durante ese tiempo Norah ha presentado su obra en
múltiples centros de arte de San Francisco y en Santa Clara en el 2003, donde
presentó una muestra individual en el Triton Museum of Art. Formó parte de la
muestra “Landscapes” en el año 2000 auspiciada por la UNESCO en Mónaco Francia
y en la muestra “Human Evolution” en Osaka, Japón “Peace” en el War Memorial
Museum en Seoul, Corea del Sur en el 2001. Exhibe por primera vez en el
Instituto de Cultura Puertorriqueño en el 1995 y el la Muestra Nacional del
Instituto de Cultura Puertorriqueño en el 2000.

Actualmente, Norah destaca su obra reciente como producto de su intensa labor
que se ha nutrido de su regreso a Puerto Rico. Norah comparte su taller desde
principios del 2005 con el espacio que alberga a la Galería Sin Título
especializada en arte contemporáneo, ubicada en el casco capitalino como parte
de una residencia artística.

Norah ha reintegrado una trilogía sobre la imagen construcción/ destrucción/
reconstrucción. Construye una imagen de la nada con leve referencia al plano
material, donde alude a lo invisible de su origen. Se destruye la imagen cuando
su origen ya es evidente. Se reconstruye la imagen sin origen neutralizándose
así misma dentro de un presente aberrado de memorias. Propone una reflexión
sobre las realidades múltiples que arrastran temas contemporáneos sobre el
cuerpo ausente y presente, la trascendencia física y el origen de nuestros
instintos, emociones primarias y la invisibilidad. Esta reconstruye múltiples
perfiles en reposo, desalmados, en calma. Ninguna de ellas muestra la realidad
atroz que pueda remontarnos algún acto de violencia, sino a ese espacio de
calma que la muerte física o un sueño profundo produce.

A través del proceso que considera un eterno aprendizaje, Norah desahoga un
camino de realidades sublimes, encadenadas a una narrativa personal que refleja
un dialogo profundo con la imagen creada. ¿Qué representa la imagen en el
tiempo? Si esta es contenida en una realidad subjetiva. Norah procesa
acercamientos metafísicos para contestar tan compleja interrogante: nada que
podamos ver es real. Nos aborda con varios acercamientos con lo visible, lo
palpable y también con las emociones ensambladas en un cotidiano inundado de
cuestionamientos.

Para referirse a la imagen que retiene o recrea lo inmediato psíquico, que
nombra lo momentáneo, que eterniza el instante, definiendo así su concepto del
arte. Por tanto, como ‘imagen en el tiempo’, la intuición metafórica no se
refiere nunca a una presencia absoluta, sino que está siempre melancolizada,
dentro de un marco irremediable de ausencias. Lo más lógico seria resolver esos
espacios vacíos que se interceptan al elaborar aquello que no podemos definir
como cuerpo, el cuerpo esta ausente pero los pensamientos ajenos a este no.
Su propuesta enmarca rostros en tormento, inquietud, angustia, nostalgia, paz,
en un letargo casi mortífero que los humaniza sin necesidad de elaborar el
cuerpo supuesto a contenerlos.

La obra de Norah en esencia documenta sus transiciones de vida, el concepto del
sueño y el transcurso de las emociones. Cada uno procesado por medio de las
terminaciones instaladas en sus piezas. El barro desnudo quemado con leves
insinuaciones de pigmentación desbordan un sinnúmero de intensas emociones
intangibles. Se destaca en su obra el uso mínimo de coloración, un abordamiento
a técnicas de encáustica que nos invitan a observar una piel traslucida invadida
de una reflexión sobre los procesos que la muerte física produce.

El vocabulario de Norah incluye a su vez una estrecha combinación de materiales
que elaboran una experimentación con el proceso de enmendar y el concepto de
labor como principio domestico - A través del tiempo mujeres han enmendado y
remendado. Para mi la labor con retazos viejos es evidencia de esta
reparación. Moldeando las bolsas en formas corporales y pintándolas es la
creación de mi tapicería personal, es la cuenta histórica de esas cosas que
deseo enmendar. -Norah Hernández

El uso del barro como material predilecto es intensificado por retazos de color
rojo desplegados a través del cuerpo de su obra. Su trabajo escultórico es un
conjunto de elementos seleccionados para crear fuertes espacios físicos se
convierten en sublimes manifestaciones de una naturaleza destruida y
reconstruida para ser generada dentro de su genuina esencia material. El
material, lo manipulable lo reconstruible nos recuenta una narrativa sobre la
labor, sobre lo reparable, lo mutable, lo trascendente. La imagen de los
rostros, el cuerpo diligentemente ausente presencia un señalamiento sobre
nuestro origen, la identidad y a la vez lo reconocible. Descartando toda unión
con elementos figurativos tradicionales donde el cuerpo como concepto se ha
romantizado. Norah reacciona ha esta dualidad del cuerpo ausente sobre el
pensamiento presente.

En su obra reciente Presencia/Ausencia presentada en Sin Titulo en el 2005; la
pintura de Hernández complementa la labor formal y evidente de su propuesta
escultórica. Norah ha elaborado un complejo lenguaje a través de elementos de
costura como el remendar y la emotividad del color, especialmente del rojo;
reflexiona sobre el cuerpo femenino, lo interior, la sangre. Utiliza
materiales dispersos como la tierra dispersa y la sal como partículas del
origen universal, el barro como material manipulable donde se reconstruye el
rostro perdido, las telas enmarcan el fluxus impecable de la vida, lo mutable
de nuestro entorno, la protección.

La interpretación de sus composiciones detalla una introspección sobre la vida,
el origen de la imagen y sobre una reflexión de la muerte física y moral
enmendada a través de el proceso de construir, destruir y reconstruir. La
artista crea imágenes que intentan llevarnos en un viaje a través de partículas
dispersas que se comprometen genuinamente con la imagen en el tiempo, y la
figuración de lo que necesariamente no queremos ver.